jueves, 22 de septiembre de 2011

Formas de contar – Estructura y Antiestructura

La estructura clásica de contar historias es efectiva. Las historias con un inicio, un nudo y un desenlace, con un protagonista principal enfrentado a un conflicto que debe resolver, con un planteamiento, un detonante, un giro, un clímax y una resolución son parte de la vida diaria. No sólo las encontramos en el cine y la literatura sino en la vida diaria. Nuestras conversaciones cotidianas tienen esta estructura. Así, no es ninguna sorpresa que Hollywood prefiera esta forma de contar: es más amigable con el público de grandes masas, es más accesible, es más comercial.

Esto, sin embargo, no es un aspecto negativo. Sunset Boulevard es una de las películas más aclamadas en la historia del cine y sigue una estructura clásica. Joseph Gillis el el héroe trágico que se enfrenta a una vida miserable como escritor de Hollywood, Norma Desmond –también caída en desgracia, pero ignorante de su condición- es la única salida que el azar le ofrece, su humillación, y en últimas, su caída final, su muerte.
La película cuenta con un narrador, el propio Gillis, que permite al espectador ubicarse espacio-temporalmente, o tener acceso a información sobre las razones que llevan al protagonista a actuar como lo hace. Si bien la película comienza donde termina, con el cadáver de Gillis en la piscina de Desmond, el manejo del tiempo es lineal, no hay manera de que el espectador se pierda al seguir la historia y no hay lugar a una interpretación del final: Desmond mata a Gillis. La sucesión de eventos tiene una razón lógica, es causal.
Clásico no es sinónimo de aburrido. Si una historia está bien contada y tiene una estructura clásica puede ser exitosa tanto con el público como con la crítica. Sin embargo, hay otras propuestas narrativas. Persona, de Ingmar Bergman, representa otra forma, otro camino.  En Sunset Boulevard cada encuadre, cada objeto que aparece en pantalla, cada personaje tiene un lugar y una función específica dentro de la trama. No así en Persona.

Las imágenes que componen los primeros dos minutos de la película tienen una función más simbólica y alegórica que narrativa. Todas evocan algún sentimiento, alguna sensación, algún pensamiento. Así, no es posible decir que están allí por azar. El director quiere que estemos pensando en algo en particular justo antes de que comience la función.

Desde la primera escena se puede ver la diferencia estética, estilísitca y estructural de la propuesta de Persona respecto de Sunset Boulevard. Los escenarios son minimalistas, los movimientos son sutiles, los diálogos son medidos. Y la provocación es máxima. El propósito del director es provocar, no tanto contar. Sin embargo, también hay un conflicto en esta historia y se marca desde el comienzo: la señora Vogler está en estado de shock, aunque sus exámenes médicos digan lo contrario. Y hay una visión sobre un asunto particular que Bergman quiere comunicar. No sé bien qué será, pero sí hay temas de violencia, de la acción que se toma frente a los problemas, del sinsentido del mundo y de la identidad del individuo en esta película.
Persona es una película pensada hasta en el más mínimo detalle. Aunque no hay una ubicación temporal precisa y muchas veces no sabemos cuánto tiempo ha pasado de una escena a la otra, sí hay un espacio-tiempo definido en el cual transcurre la historia. No es tan detallado como en Sunset Boulevard (porque no necesita serlo), pero es suficiente para tener sentido en la lógica interna de la película. La protagonista prácticamente no habla, no es activa como en Sunset Boulevard, pero en todo caso asume su rol protagónico a través de la actuación. 

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